2 de julio de 2010

Nunca choveu que non escampara

Hoy llueve en Madrid y es inevitable que el olor a tierra mojada me traslade hasta ti. Incluso llego a sentir el murmullo de los árboles acunados por la brisa. Tormenta de verano, choiva miudiña.

Todo huele a renovado, a pureza. El golpeteo de las gotas sobre el cristal se entremezcla con mis recuerdos y se transforma. Me dejo llevar.

Cierro los ojos y me traslado hasta la Fonte Nova,   puedo escucharla verterse sobre o camiño. Pausadamente, sin prisa. Sentir su frescura, que anticipa la que más arriba, en la Fuente del Santo, saciará alma y sed.

Pienso que hace tiempo que no me animo a subir hasta la cima de San Domedio. Este verano habrá que cumplir. Han sido meses difíciles y hay que agradecer seguir aquí, aunque con los sueños rotos.

No miraré atrás ni imaginaré lo que pudo haber sido. Es tiempo de levantarse. Al fin y al cabo, cuando uno cae en lo más hondo, la única salida posible es hacia arriba y adelante. ¡Vamos allá!

Mientras, sigue la cantinela del agua en la calle. La lluvia consigue limpiarme el espíritu. Ahora me encuentro mejor.


Chove en Santiago, de Luar na Lubre, en directo

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