29 de octubre de 2010

Samaín, en la raíz de Halloween

Parece que la moda americana de celebrar Halloween ya se ha asentado en nuestro país. Del mismo modo que nos conquistaron con los vaqueros -yo no me apeo de ellos- han inundado escaparates y centros comerciales de disfraces de brujas, esqueletos o cestas repletas de caramelos adornados para la ocasión. Al mismo tiempo, se celebran cenas y fiestas especiales para tan terrorífico acontecimiento y los pequeñajos, en el parque, hablan con toda naturalidad de conseguir golosinas mediante el “truco o trato”.

Costumbres nuevas que, de momento, conviven con nuestra fiesta más tradicional, la celebración católica del Día de Todos los Santos. Este fin de semana los cementerios serán un maremágnum de familiares acercándose a visitar a los que ya no están, adecentando panteones y nichos y adornando con flores y velas la última morada de sus difuntos.

Una mezcla de rituales y celebraciones que están íntimamente conectados con las costumbres druídicas, con la festividad de origen celta denominada Samhain.

El Samhain era una celebración que practicaron los celtas de toda Europa hasta su conversión al cristianismo. Era tiempo de reverenciar a los ancestros, a los que se daba alimento, y de agradecer las cosechas recogidas. Se consideraba como el inicio del “Año Nuevo celta” que comenzaba con la estación invernal, la más oscura y fría. Su significado viene del gaélico, así llaman al mes de noviembre, y significa “fin del verano”.

Desgraciadamente poco sabemos de la religión de los druidas ya que era de tradición oral. Sin embargo, hay escritos romanos donde se recogen sus costumbres bárbaras. Así conocemos que Samhaim se celebraba entre el 5 y el 7 de noviembre, justo a medio camino entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. Las fiestas duraban una semana y los espíritus de los antepasados eran los protagonistas, ya que en ese período tenían permiso para caminar entre los vivos. Una comunión con los difuntos que daba a la gente la oportunidad de reunirse con sus muertos, a los que recibían con alimentos de bienvenida en el interior de sus hogares. En el exterior, a la entrada de sus viviendas, también depositaban comida pero en este caso para alejar a los malos espíritus y mantenerlos contentos.

Calabazas
Atando cabos, no resulta difícil encontrar en las costumbres actuales detalles que vinculan Samhain con Todos los Santos y con Halloween. Tiempo de celebrar la cosecha, de recordar a nuestros antepasados, de festejar que seguimos aquí...

De esa mezcla de tradiciones se sabe mucho en la tierra de mi familia. Galicia puede presumir de sincretismo, pues siempre ha sido amiga de reconciliar lo irreconciliable...Tan pronto devota al máximo como pagana en cada gesto. Como ejemplo, Samaín.

Me contaba mi tía que en Lugo, cuando ella era niña, tenían costumbre de vaciar calabazas y poner velas en su interior durante estas fechas. Incluso recuerdo un año que estuvimos entretenidísimos adornando cocos todos los primos en casa de mis abuelos. Un hábito del que mis padres no tenían memoria por lo que siempre lo he creído de origen lucense. Pues no. Resulta que desde hace unos años un profesor de la villa coruñesa de Cedeira se dedica a recuperar esta tradición que, al parecer, está profundamente arraigada en toda Galicia.

Se trata de Rafael López Loureiro quien ha comprobado la existencia de este ritual de despedida del verano  en numerosas aldeas gallegas, en Zamora, en León e, incluso, en Cáceres. Así, de la mano de este maestro, la costumbre de Samaín está recobrando su fuerza en todas las provincias gallegas. Su trabajo sobre esta celebración se encuentra recogido en el libro “Caliveras de melón” (calaveras de melón). 

López Loureiro empezó su rescate en Cedeira, donde este año celebrarán la XXI edición de Samaín, pero ya son numerosas las localidades que se suman a los festejos de entrada al otoño: Catoira, Ourense, Vigo, Narón, A Mariña, O Vicedo, A Illa...y, desde luego,  Lugo, donde yo creía enraizada esta fiesta. Incluso se enseña en muchas escuelas como tradición de raíz gallega, celta.

En el concello de O Vicedo se dan más detalles del Samaín: 
"Era unha festa de orixe celta onde se celebraba o cambio de estación e o ano novo. Unha noite onde os mortos estaban na mesma dimensión que os vivos e, por tanto, convivían na celebración. Cada comunidade honraba ós seus mortos e non estaba permitido o contacto con outras comunidades. Prendíanse grandes lumes para ‘guiar’ ós mortos e nos cruces do camiños colocábanse calaveiras dos enimigos cunha vela dentro para atemorizar ós novos enimigos (posteriormente as calaveiras foron substitutídas polas cabazas."
Por lo tanto, aunque pensemos que estamos volviendo a ser colonizados por los americanos no es así.  Fueron ellos los que se apropiaron de un ritual nuestro que ahora nos devuelven con un poco más de parafernalia para divertimento de grandes y chicos. Por eso, cada vez son más los autores y antropólogos que alzan la voz para reconocer que estas prácticas ancestrales se celebraban desde siempre en Galicia y en otros pueblos de España. Al fin y al cabo, se trata de festejar los frutos recibidos de la  Madre Tierra y de eso nuestro país siempre ha sabido mucho.

(Por cierto, si se echa un vistazo a la Wikipedia se aprende un montón sobre este particular).

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