25 de mayo de 2011

El limoeiro sigue creciendo, abuelo

Es curioso como el olor consigue despertar imágenes aletargadas en la memoria  provocando una mezcla homogénea de emoción y melancolía por el tiempo pasado. Recuerdos que se evocan con intensidad consiguiendo reproducir sensaciones vívidas y, casi siempre, emotivas.

Ningún sentido reproduce de forma tan espontánea emociones tan poderosas. Pensamientos que pueden llegar a doler cuando la ausencia es irremediable. Y hoy que mi casa huele a limón me resulta inevitable recordarte, abuelo.

Cuando me llega el aroma a este cítrico te imagino de golpe, casi sin querer. Es algo inmediato que me muestra una sucesión de episodios distintos de mi vida a tu lado. 

Mi abuelo Horacio
Esa mezcla fresca y ácida me arrastra hasta los 9 años recién cumplidos. Íbamos camino de Coruña en autocar. Viajabas a mi lado y para evitar que me marease me ofreciste medio limón. “Toma,  Susaniña, xa verás como pasa”…Y pasó.

Este aroma que anima el espíritu me evoca la frescura de las limonadas que tomábamos en verano, en los días que apretaba el sol, o me devuelve el alivio que sentía cuando ponías media rodaja en alguno de mis habituales moratones de niña. (Algo que sigo haciendo ya adulta, porque el equilibrio no va mucho conmigo y casi siempre ando tropezando con el consecuente golpe).

El limón, siempre presente si andabas cerca, abuelo. 

Estos días te anhelo mucho. Y no es sólo por el olor de este cítrico habitual en mi cocina, sino porque ya comienza a dar los primeros frutos de este año el limoeiro que plantaste en O Barreiro

Parece que aún escucho lo que nos dijiste cuando lo preparaste e injertaste, recién arreglada la casa. “Ahí, tendes, filliñas. Cando vexades o limoeiro lembrarvos do abuelo”. Y es verdad, abuelo, siempre que vamos a Taboexa, Noelia y yo nos acercamos a estar un ratito junto al limoeiro, como si ese árbol conservase algo de tu sabiduría.

Quizá son ilusiones nuestras, bueno, en este caso mías. Pero me resulta imposible desvincular el aroma a limón de ti y de nuestras largas conversaciones plagadas de dichos y refranes, de tus historias de lucha repletas de pinceladas de conocimiento, propio de quien lo ha vivido casi todo. Y casi puedo volver a sentir el tacto de tus manos rudas y asperas de hombre de campo y tu sonrisa franca enmarcada por el halo marino de tu mirada, cuando percibo este aroma...

Por eso, abuelo, ahora que el sol comienza a alimentar los primeros frutos del árbol que nos plantaste, te recuerdo especialmente. Porque sé que tú así lo quisiste y nos lo pediste antes de irte. Y estoy segura de que el limoeiro se yergue orgulloso por saberse protagonista de esta relación mágica que aún mantenemos contigo a través de su existencia. 

Tu mirada azul, tu gesto dulce, la cadencia de tu voz dándome consejos o relatando las historietas que me ensimismaban desde pequeña...el olor a limón. Te echo de menos abuelo y te recuerdo siempre, cada día.

5 de mayo de 2011

Sigo buscando...

Demasiados cambios en mi entorno laboral me han mantenido alejada de las perlas húmedas que me deja tu roce al caer, querida niebla…Del arrullo y resguardo que me produce tu presencia.

Me ha faltado la paz que me proporciona este refugio que creé hace años y la serenidad que encuentro cuando trato de ordenar mis recuerdos y recuperar la memoria de los míos. ¡Te he echado de menos!

Pero ya estoy de vuelta. Buscando cobijo de la cotidianeidad entre las líneas de texto que dejo cuando paso por este rinconcito virtual. ¡Parece mentira como vuela el tiempo!

Una vez más, respiro hondo. Retomo mi espacio. Y reinicio mi búsqueda incansable entre la niebla.


Aprovecho mi regreso para invitaros a disfrutar de otro de mis grupos musicales de cabecera, Milladoiro.